GUAPACHA: Cualquier día era de felicidad…
Dicen quienes le oyeron y vieron cantar, que lo de Guapachá era extraordinario. Parecía increíble que alguien pudiera concentrar un modo de decir tan original, una musicalidad a toda prueba y un carisma excepcional. Como en otros músicos relevantes, se cumplió en él la máxima que asegura que, mucho más de lo imaginable, el talento muere joven. Su corta vida lo convirtió a la larga en un ilustre desconocido para la mayoría, y en un mito difícil de olvidar para los que le conocieron. Guapachá nos dejó su voz y su swing, marchándose para siempre después de 33 apasionados y gozados años. Poco antes, ya había obsesionado a Sara Gómez, visionaria imprescindible devenida mito, también prematuramente desaparecida, primera cubana cineasta en realizar un largometraje de ficción. Cuentan que Sarita lo seguía por bares y night clubes, apreciando y disfrutando de la manera en que Guapachá hacía y deshacía a su antojo los temas que decidía cantar, y de su peculiar scat, estilo del que llegó a hacer una muy personal creación, siempre enraizada en lo cubano. Su antecedente más inmediato en Cuba es Francisco Fellove Valdés, nada menos que El Gran Fellove, artífice del scat y autor de uno de los temas más internacionales del repertorio popular cubano: “Mango mangüé”, lanzado al mundo por las voces y estilos de Miguelito Valdés –quien primero lo grabó- y también de Celia Cruz y el dominicano Johnny Pacheco, entre otros. Ciertamente, Fellove había iniciado un estilo absolutamente singular, con una influencia manifiesta del modo de cantar de Louis Armstrong, pero apegado a la guaracha, el son, la rumba. Como solía decir: “yo scateo la guaracha y jazzeo la rumba”. En mucho ayudó a Fellove la confrontación internacional que pudo experimentar al viajar a México a finales de 1955, donde se estableció, y continuó su vida musical presentándose en importantes escenarios de ese país, y también en Estados Unidos. Desde la segunda mitad de los 50 circulaban en La Habana las grabaciones de Fellove prensadas en México y tenían cierta difusión mediática. No sabemos si en algún momento coincidieron en un escenario, una pista de cabaret o el breve espacio de un club, ni siquiera si llegaron a conocerse personalmente, pero lo cierto es que no hay dudas de la influencia del estilo Fellove en Guapachá, seguidor de ese de scat criollo, que, al igual que su predecesor, recreaba infinitos sonidos e incorporaba una proyección performática apoyada, en ambos casos, en un innegable carisma.
Amado Borcelá Navarrete, nombre de pila que cedió protagonismo para siempre al apelativo Guapachá había nacido un jueves, el 16 de julio de 1936 en Santiago de las Vegas, hijo de Georgina Navarrete Acosta y Amado Borcelá[1], y según los que le conocieron, dicen que hizo música desde su niñez, lo mismo con un cajón, que con la consabida lata, dispuesta a recibir el golpe cadencioso de un palo; más tarde, tocaría tumbadora, contrabajo y finalmente cantaría. Según Cristóbal Díaz Ayala, en la segunda mitad de la década de los 50 es la voz líder de la agrupación Luisito Pla y sus Guaracheros en la grabación de dos boleros para el sello Real : En las tinieblas, de A. Gil, y Canción del alma, de Reinaldo Henríquez (Ref. Real 9012)[2] . Transita por diversos night clubs en diversos roles musicales, hasta que en 1960, cuando se presentaba en el club La Zorra y El Cuervo, en la calle 23 entre N y O, en La Rampa habanera, se entera de que tenía en el público a un músico muy especial: antes de salir para siempre de Cuba, Bebo Valdés tuvo tiempo de fijarse en Guapachá y comprobar lo que ya le habían comentado. En entrevista con su biógrafo sueco Mats Lundahl, Bebo narraba:
“Yo le saqué a él de La Zorra y El Cuervo de la calle 23, pegada a la Rampa. Fui una noche allí y me volví loco. Tenía su estilo propio y […] [cantaba] muy bien. Entonces yo me lo llevé y el trío se convirtió en cuarteto. Lo llevé al Sevilla, lo llevé al Habana Riviera y lo llevé al Hilton… Después se lo dejé a Chucho.”[3]
Se refería Bebo a la temporada que cubrió con su cuarteto, en el entonces lujoso restaurant “L’Aiglon” y también en uno de los más espectaculares de su clase: el Bar Elegante, ambos en el hotel Havana Riviera, donde la Avenida de Paseo se encuentra con el Malecón de La Habana. Además de Guapachá –en las voces y la tumbadora-, lo integraban entonces, Orestes Urfé en el contrabajo; Tiberio, en el drums, y la vocalista Sarita Arceo.
Tan pronto como fue posible, Bebo llevó a Guapachá al estudio de grabación. Registran tres temas con una gran orquesta dirigida por Valdés, dos de ellos clasificados como ritmo guapachá: “¿Quién baila mejor?”, “Amor eterno” y “Guaracha en España”. Un cuarto tema fue “A Certain Smile” (Una cierta sonrisa), de Sammy Fains y Paul Francis Webster, donde Guapachá se hizo acompañar por un pequeño grupo en el que destacaron el saxo alto de Eddy Escrich y el piano de Bebo.
En 1964 Chucho Valdés forma un pequeño grupo, básicamente integrado por músicos del Teatro Musical de La Habana, de cuya orquesta todos formaba parte, y cuyo nombre discográfico sería Chucho Valdés y su Combo. Guapachá estará con ellos y como tal aparecerá en las importantes grabaciones que, bajo la dirección musical del hoy afamado pianista, quedaran con su voz en un único disco LP (de vinilo) del sello Areíto, saliendo al mercado con dos diseños y dos referencias diferentes. Chucho amplió la nómina de su combo para este proyecto, y según datos de Patrick Dalmace, en la grabación participaron: Paquito D’Rivera, en el saxo alto; Emilio de Monte, percusión; Carlos Emilio Morales, guitarra eléctrica; Kike Hernández y Luis Rodríguez, en el contrabajo; Alberto “El Men” Giral, en el trombón y Oscar Valdés, en la congas.[4]
A la iniciativa de Giraldo Piloto Bea se deben estas grabaciones, además del entusiasta respaldo con que contó todo el proceso de producción de este disco. Su gran amiga y ya entonces relevante compositora Marta Valdés redactó las notas que acompañarían la contraportada de la carátula. Marta no se limitó a elogiar el estilo interpretativo de Guapachá: refiriéndose específicamente al contenido de la placa escribió: “Los arreglos de Chucho [Valdés] plantean situaciones que someten a prueba a Guapachá, ya en un terreno verdaderamente jazzístico. Comprúebese esto en sus diálogos con diversos instrumentos (especialmente con el trombón en “El Mozambiquero”. Los efectos vocales imitando los toques de la paila en nuestros ritmos sobre la base propuesta por la sección acompañante, se hallan entre los favoritos de este intérprete y se puede apreciar con frecuencia en el transcurso del disco.”[5]
El cantante y showman vivía un momento prometedor; su desempeño vocal conseguía cada vez mayores elogios. Cada día era una fiesta, como recuerda su viuda Milagros González Ferrer, quien también es tía de Chucho Valdés. Guapachá comenzaba a ser popular y eso lo hacía inmensamente feliz.
Fotos: archivo personal Milagros González
El club Karachi seguía siendo el lugar de Guapachá y ya a mediados de 1965 el cantante era su principal atracción, haciéndose acompañar allí del combo de Juan Costa. Se había presentado con mucho éxito en la televisión, respaldado esta vez por un orquesta típica: la de Neno González, muy popular en esos años entre los bailadores, gracias a un programa radial que mantenía altos ratings de audiencia. Guapachá interpretó su versión de Son de la Loma, de Miguel Matamoros, en el más original scat-son, algo que Cristóbal Díaz Ayala identifica como feeling sonero.
En modo alguno podía imaginar que sería ésta su última aparición en televisión. Su vida acababa abrupta e injustamente al amanecer del 7 de octubre de 1966. Tras un noche normal de trabajo en el club Karachi, cuenta su viuda Milagros, que Guapachá llegó a la casa familiar donde vivía con ella, cerca de las 2 de la madrugada; como de costumbre, fue directo a la cocina, devoró unos huevos fritos y se acostó a dormir. Las convulsiones despertaron a Milagros; los hermanos le llevaron a toda prisa al hospital de Emergencias, -otra vez ese hospital- en la calle de Carlos III, pero, increíblemente, no le alcanzó la vida..
Gracias a Sara Gómez, nos quedaron para siempre las únicas imágenes audiovisuales de Guapachá que han podido encontrarse. Tanta importancia le concedió a este emergente fenómeno jazzístico y vocal, que no dudó en incluírlo, junto a verdaderos íconos vivientes de la trova tradicional, el son y las manifestaciones populares más auténticas de la música cubana, entre los exponentes más relevantes que debían encontrar reflejo en su documental “…Y tenemos sabor” (1967). En la pantalla vemos a quien es hoy uno de los grandes del piano a nivel mundial, junto a Carlos Emilio Morales en la guitarra eléctrica; Julio Vento en la flauta, Manuel «Cala» Armesto; Roberto Concepción en las pailas, Orlando “Cachaíto” López en el contrabajo, entre otros. En diálogo permanente con cada instrumento, Guapachá despliega una creatividad extraordinaria. No alcanzó a ver lo que quedó como su legado audiovisual definitivo.
Carátulas de los dos extended plays de Guapachá con el combo de Chucho Valdés
Areíto-Cubartimpex – ExtendedPlay
en LP Areíto 1044 “La Habana de noche”- recopilatorio)
Agradezco a Chucho Valdés, Lorena Salcedo, Milagros González Ferrer, Marta Valdés, Luciano Castillo.
FUENTES CONSULTADAS
- Adriana Orejuela: El son no se fue de Cuba. Editorial Letras Cubanas
- Marta Valdés: Donde vive la música. Ediciones Unión
- Marta Valdés: Carlos Emilio, el guitarrista de Irakere, en www.cubadebate.cu
- Cristóbal Díaz Ayala: Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana.
- Mats Lundahl: Bebo de Cuba. Bebo Valdés y su mundo. Ediciones RBA, Barcelona, España.
- Nat Chediak: Diccionario del Jazz Latino. Ediciones AUTOR. España.
Entrevistas a Chucho Valdés y Milagros González Ferrer. - www.sacm.com.mx
- www.montunocubano.com
- www.discogs.com
NOTAS
[1] Datos aportados a la autora por Milagros González Ferrer, viuda de Amado Borcelá “Guapachá”.
[2] Cristóbal Díaz Ayala: Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana.
[3] Mats Lundahl: Bebo de Cuba. Bebo Valdés y su mundo. Editorial RBA Libros, S.A. España. 2008. Fragmento de entrevista realizada a Bebo Valdés por Mats Lundahl el 21 de septiembre de 2000. Pag. 174
[4] Patrick Dalmace en www.montunocubano.com – Discografía de Chucho Valdés.
[5] Marta Valdés: Donde vive la música. Pag. 131 y 132. Ediciones Unión. 2004. La Habana, Cuba.
© Rosa Marquetti Torres
15 Comentarios
Humberto
excelente como siempre, para recordar a esas figuras olvidadas … gracias, Rosa
raúlciro
Casi me marcho a recoger “a la niña” del trabajo y, mira tú; ¿quién me iba a decir que las sincronicidades (según… Lana del R.) me traerían el regalo que justo esperaba, la gota? Llevo unos días (más una larga vida) perdido (enganchado a su "Videogames"), pero mira, Rosa, lo poco que he leído, corriendo además, de esta maravillosa, elegante y documentado entrada, me deja enganchado. Gracias por cultivar este espacio que presumo importante, importantísimo para mí, para todos. Suerte. A la vuelta, pasadas las ocho, cuando lea más, te cuento, me animo seguro. No pares. Muchas gracias por tocar fuerte en la puerta.
Fidels Eyeglasses
Muchas gracias por este trabajo.
rosamarquetti
Gracias a ti, Marc! Por años he seguido tu blog, así que me alegra si esto te ha sido útil!!
armando
Rosa yo no conoci a Guapacha o al menos no lo recuerdo pero si no fuera por tu labor lo perderiamos, uno mas q contribuyo a la grandiosidad de nuestra musica y q hubiese podido quedar en el olvido como tantos, te recuerdo al duo Los Diablos, dos negros q uno era muy alto y el otro muy bajo pero tuvieron su momento en las Cañitas del Habana Hilton, era una fusion entre jazz, blue, guaguanco pero algo diferente yo considero q fue lo q antecedio a los Zafiros, ellos tienen una leve participacion en un film cubano, creo q es Soy Cuba, no recuerdo bien pero yo tuve el placer de disfrutarlos alrededor de la barra de las Cañitas, saludos y gracias
Carolina de la Torre Molina
El trabajo de Rosa Marquetti es una joya, que no solo nos ofrece disfrute intelectual, sino fuente de consulta para todos los interesados no solo en la música sino también en el ambiente de una época que no podemos olvidar. FELICIDADES ROSA, es un trabajo hermoso, serio, académico y también ameno y de alta calidad. A mi me resulta muy útil para todo lo que tengo que consultar de los años sesenta. OTRA VEZ FELICIDADES!.
Osmel Reyes
Hola Rosa, estaba oyendo a Guapachá y nada mejor que volver a leer este excelente trabajo tuyo para contextualizarlo, un verdadero grande, como grande es tu trabajo recuperando del olvido a tantos de nuestros músicos claves.GRACIAS SIEMPRE.
volamosalmundo
Muy interesante este trabajo sobre Amado borcela EL GRAN GUAPACHA felicitaciones para ti querida Rosa Marquetty por ser incansable y seguir luchando para que no muera nuestro patrimonio musical cubano donde tantos artistas dieron lo mejor de si.
Rosa Marquetti Torres
Muchas gracias por leer y comentar!! Abrazos
Loreto
Rosa muchisimas gracias por todo lo que has escrito sobre la musica cubana .Y por hacer mencion de la difunta Sara
Juan Carlos Álvarez Echeverri
Que buen trabajo, un saludo desde Colombia
Rosa Marquetti Torres
Muchas gracias, Juan Carlos!
RODOLFO JORGE POEY MARESMA
Saludos Rosa. No conocido a Amadito… como lo nombraban su madre , su padre y la hermana. Tuve el privilegio de conocer esa familia. Y lo que narras es tu trabajo…corresponde fielmente …a las historias que sus familiares y amigos narraban sobre la vida y la obra de «Guapacha». Es hermoso que saques del olvido estas figuras que son y forman parte del universo cultural cubano. ¡¡ Gracias !!
Rosa Marquetti Torres
Muchas gracias, Rodolfo, por compartir estos recuerdos personales sobre el gran Guapachá. Me alegra mucho que mi tributo a él se corresponda con las memorias de familiares y amigos.