Las estrellas buscaban a Delia Montalvo
A la memoria de Úrsula en Alquízar, y Ana Esther, en la extinta peluquería del Habana Libre (EPD).
La mini-serie Self Made. Inspired by the Life of Madam C. J.Walker, producida y puesta en pantalla por Netflix en 2019, puso ante nuestros ojos la historia de Sarah Breedlove, más conocida como C. J. Walker (1867-1919), la primera mujer afroamericana en idear, fundar y llevar al éxito total un imperio millonario dedicado al tratamiento y cuidado del pelo y las pieles afro, a través de fórmulas y productos creados por ella misma. Sus directoras, las cineastas afroamericanas DeMane Davis y Kasi Lemmons se basaron en el libro On Her Own Ground, donde A’Leila Bundles, hija de Walker, contó la historia de obstáculos, sacrificios, gran talento y creatividad de su madre.
Mientras veía a la actriz Octavia Spencer encarnar con excelencia el rol de la emprendedora afroamericana, no pude dejar de recordar a los cientos o quizás miles de mujeres cubanas a las que entonces llamaban peinadoras (no peluqueras) y que, pasando el peine caliente o aplicando procedimientos de fórmulas químicas, hacían maravillas en tiempos en que la sociedad impuso cánones de bellezas que estigmatizaban el pelo afro. Con el orgullo por nuestra belleza secuestrado por décadas, el pelo fue uno de los grandes problemas que afectaron a nuestras antecesoras, dejando secuelas síquicas y prácticas en el camino hacia la aceptación, la autoestima y el reconocimiento social. Y claro, recordé mucho a alguien que resumía a todas aquellas afroestilistas cubanas, por el alto sitio alcanzado en su profesión. Es casi seguro que otras mujeres negras lo intentaron antes que nuestra protagonista, e incluso que hayan dejado su huella exitosa en la comunidad, solo que su memoria no perduró y no he encontrado datos acerca de su quehacer.
Con las lógicas diferencias epocales y geográficas respecto a la Walker, pero sobre todo, diametralmente dispares en los resultados económicos –esa cubana nunca pudo ser millonaria, ni siquiera rica-, más de 30 años después esa mujer emuló con la afroamericana en los empeños por crear belleza para los suyos, dentro de una industria que no siempre los tuvo en cuenta: hablo de la peluquera cubana Delia Montalvo Rodríguez, conocida en sus tiempos más amables como La peluquera de las estrellas. No parece que haya otra mujer negra y cubana que haya destacado en el mundo de los emprendimientos antes de 1959, como lo hizo esta habanera. Inmersa en el ambiente musical tanto en su vida personal, como profesional, Delia resume y representa a esas figuras invisibles –peluqueras, modistas, costureras, maquillistas, vestuaristas de ambos sexos-, imprescindibles para hacer posible la magia de la escena musical en su resultado final. Delia Montalvo fue capaz de crear un vínculo importante entre la música y su profesión, y en ello, su labor trascendió las fronteras de lo nacional. En una rápida revisión de la prensa de la época, el nombre y la imagen de Delia Montalvo aparece históricamente ligado a los triunfos de grandes figuras negras en la música y el deporte, al surgimiento de géneros y ritmos y al posicionamiento de Cuba como meca musical, en la Cuba de los años 50, y también de algunos extranjeros famosos de paso por nuestros escenarios.
Delia Montalvo en tarjeta-invitación al evento Consagración de Delia Montalvo, promovido y organizado por el Club Baragua. La Habana, 1956. Cortesía Colección Gladys Palmera.
Como C.J. Walker, la Montalvo labró su propio camino desde lo empírico. Húerfana de madre en su niñez, criada por sus abuelos -según testimonio de su prima Bárbara Infante García-, [1] cursó el bachillerato, pero “tuvo que dejar sus estudios para comenzar a trabajar y así poder pagar los estudios de sus hermanos más pequeños” –cuenta su nieta Delia Sanz Nicot. Necesidad y pasión obligan, y su destreza y buen gusto definieron su vida en el camino del estilismo y el tratamiento del cabello afro. “Ella era una estilista nata”- afirma su nieta desde el recuerdo y la entidad que le confiere el haber sido criada por su abuela.
Casada primero con el periodista Carlos Nicot y luego con el músico Rolando Valdés, creador y director de la orquesta Sensación -una de las notables orquestas charangas cubanas- madre de dos hijos –Lucía Nicot y Rolando Valdés-, la vida pública de Delia Montalvo demuestra que supo llevar la maternidad y luego, la abuelitud, con la misma entrega que concedió a su profesión, que se caracterizó no solo por la excelencia, sino por la personalización en sus emprendimientos empresariales, su sentido de la oportunidad y sus logros. Sin embargo, cuando intentas googlear el nombre de Delia Montalvo, poco o nada encuentras, salvo un muy recóndito texto de 2007 en la revista Gargoyle Literary Journal, titulado Delia, firmado por la escritora norteamericana Elizabeth Hanly –quien la entrevistó en La Habana-, basado en la relación de la estilista cubana con alguien que sería importante en su vida: la diva afroamericana Josephine Baker. No hay libros ni textos asequibles acerca de su experiencia y vida.
La peluquera de Josephine
En 1951, Ignacio Villa, Bola de Nieve, llega a París, contratado para presentarse en la famosa boite Chez Florence. Unos meses antes, en noviembre de 1950 Josephine Baker irrumpía como una tromba debutando en el panorama escénico de La Habana, y estremeciendo la capital cubana con su frase recurrente: “…se cambia! …se cambia!”, el lujo de sus espectáculos y su omnipresencia en la prensa. Cuando la diva afroamericana residente en Francia se disponía a presentarse por segunda vez en La Habana, fue Bola en París quien, preguntado sobre algún estilista de confianza, le comentó elogioso sobre aquella muchachita que trabajaba en una tienda, y que la gente decía “tenía manos mágicas”, según ha contado Hanly en su texto.[2]
Delia Montalvo, en la etapa previa, anunciando productos Duko como peluquera de la gran declamadora cubana Eusebia Cosme. Años 50. Foto cortesía Delia Sanz Nicot.
Delia Montalvo, imagen exclusiva de la marca Allyn’s. Anuncio publicado en Bohemia, primera mitad de los años 50. Archivo de la autora.
Desde entonces, el vínculo con la Baker sería decisivo en la meteórica carrera que ya iniciaba aquella muchacha de 25 años, nacida en La Habana el 12 de enero de 1925, pero inscripta oficialmente en el Registro Civil de Santiago de Cuba. La diva afroamericana volvió a Cuba en 1953 y quedó tan complacida con el trabajo de Delia Montalvo, que la sumó a su gira internacional, convirtiéndola en su estilista personal.
Entre 1953 y 1956, Delia vivió un tiempo en París, en el famoso castillo de la Baker, ganándose su confianza y el respeto por su trabajo. “Una de las anécdotas que me contó mi abuela fue que Josephine dejó en el camerino unas joyas de muchísimo valor, y mi abuela se las devolvió. Ese gesto selló completamente su amistad” –recuerda Delia Sanz. La Montalvo pudo haber permanecido allí, trabajando con ella, pero prefirió regresar a La Habana, con la cabeza llena de ideas y sueños que se disponía a concretar de inmediato. La escritora Elizabeth Hanly afirma que “Josephine le dio a Delia el dinero para abrir el más raro de los establecimientos cubanos prerrevolucionarios: una peluquería integrada”, es decir, donde hombres y mujeres podían arreglarse el cabello. Hanly pone en boca de la estilista estas palabras: «Me dijo [la Baker] que tenía que coger el dinero, que tenía que tener la peluquería, incluso después de decirle a Josephine que no podía casarme con su hermano. Su hermano era feo, feo, feo. Era demasiado feo.”[3] Aun así, la nieta de Delia tiene algunas dudas acerca del verdadero origen de los fondos con los que su abuela abrió la más selecta peluquería para negros en toda La Habana, aunque las evidencias apuntan a la indudable contribución de Josephine Baker a la carrera profesional de Delia Montalvo.
Lo cierto es que sí, que al regresar de Europa Delia Montalvo abrió su salón con renovada energía. Con su nombre asociado al de la Baker en la leyenda urbana que ya comenzaba a circular acerca de la mejor estilista para los pelos afros, su clientela no hizo más que crecer.
Los salones de Delia Montalvo
Nisia Agüero, intelectual y promotora cultural cubana es una de las primeras muchachas negras y mulatas en mostrar su rostro en un anuncio de productos de belleza afro, y una de las clientas de más larga data en las peluquerías de Delia Montalvo. Testimoniante de excepción para este texto de investigación, Nisia y Delia expandieron el vínculo cliente-estilista en una amistad que ha resistido la prueba del tiempo.
“Era muy amiga de mi madre, además de ser su peluquera –cuenta Amaury Escalona Agüero, hijo de Nisia.- Recuerdo dos domicilios de ella que también fueron sus peluquerías, un apartamento por la plaza del Cristo en La Habana Vieja, y otro en la calle Blanco entre San Lázaro y Malecón y también a su hija y a su hijo, ademas de su nieta… Mi madre sí tiene mucho que contar de Delia Montalvo al igual que mi hermano Ariel, que en el año 1984 se atrevió a cambiarse su peinado con Delia para imitar a su mamá, jahajah. ¡Como jugué yo con los peines calientes y las tenazas para poder pasar las largas horas de peluquerías. Imagínate, somos 3 varones y mi madre nos llevaba a los 3 a todos los lugares y a la peluquería del Habana Libre también al igual que a la de Delia.
Nisia Agüero con Delia Montalvo en dos momentos diferentes. Años 50 y 60. Fotos cortesía de Amaury Escalona Agüero y Nisia Agüero.
Para Nisia, Delia Montalvo “era una persona fantástica. Tuvo su primer negocio en la calle Aramburu y luego, en Lamparilla, en La Habana Vieja. Su hermano Carlos también era peluquero y el otro, Luis; eran los que atendían, pero ella era la reina de la peluquería”.
A los salones de Delia acudían los más famosos artistas negros y la relación con ellos fue también de amistad. A la escritora Elizabeth Hanly, le contó: «Cuando tenía mi salón, todos los sábados por la noche todo el mundo se ponía muy elegante y nos reuníamos para bailar. Bola de Nieve venía cuando estaba en La Habana. […] Hubo montones y montones de momentos felices. También venía El Benny. El Incomparable Benny More, lo llamaban. Venía a mi peluquería después de trabajar en [los cabarets] Montmartre o Sans Souci. […] y bailábamos toda la noche. Por la mañana tomábamos chocolate caliente. Y nadie intentaba quitarle el alma a nadie. No, no lo recuerdo ni una sola vez».[4]
Pionera en la publicidad
Al valor simbólico del nombre de Josephine Baker, ícono del éxito para la comunidad afrodescendiente cubana, Delia asocia a su negocio y su elogiada técnica, a la marca norteamericana Allyns, de productos para el pelo afro. El 25 de mayo de 1953 la revista generalista Bohemia, la de mayor circulación en Cuba, inserta un anuncio a media página, que habla por sí solo. Es uno de los primeros anuncios de productos de belleza específicos con la imagen de una mujer negra y cubana que he podido encontrar en medios cubanos. Hasta la primera mitad de los años 50, los cuerpos y rostros negros solo aparecían en publicidad de jabones de lavar, detergentes y artículos de limpieza del hogar.
Primeros anuncios de Delia Montalvo, publicados en la revista Bohemia en 1953 y 1954. Archivo de la autora.
Analizando la frecuencia de aparición en la prensa, al principio las cremas desrizadoras era anunciadas por estilistas y modelos blancas. Por supuesto, el mensaje no podía ser recibido con confianza por sus principales usuarios. Delia Montalvo, Celia Cruz, Xiomara Alfaro, la locutora y actriz Conchita García, conocida como Jazmín, pondrían fin a esta lastrante práctica cuando la marca Continental, distribuidora en Cuba de los productos Allyns en Cuba, se convenció de que nadie como Delia Montalvo, La Peluquera de las Estrellas, y sus afamadas clientas para mostrar y validar las anunciadas bondades de los productos que vendía.
Las cremas desrizadoras no eran una novedad, pero sus resultados distaban mucho de ser la solución perfecta. La que anunciaba Delia Montalvo, estaba respaldada por una técnica que se tornaba poderosa en sus manos, una alternativa que desterraba el suplicio del peine caliente, como solución más popular para el cabello afro, o la aplicación aventurera de químicos inseguros que anteriormente daban resultados lamentables. Esto, unido al buen hacer de Delia y sus hermanos, había convertido su salón en referencia elitista y de excelencia dentro de la comunidad afrodescendiente cubana, sobre todo entre profesionales, artistas, deportistas y músicos, y también de los artistas y deportistas extranjeros que visitaban La Habana.
Anuncios publicados en la revista Bohemia entre 1956 y 1958. Delia Montalvo con Celia Cruz, Conchita García «Jazmín» . Archivo de la autora.
Anuncio publicado en la revista Bohemia entre 1956 y 1958. Delia Montalvo y la gran soprano Xiomara Alfaro. Foto cortesía Gema Castanedo.
Delia Montalvo se convierte en la imagen de la marca Allyn’s en Cuba, a la que aportó, además de su innegable oficio, sus relaciones con los afrocubanos más famosos del momento: en la medianía de los años 50, La Montalvo se había convertido en la estilista de Celia Cruz, Dámaso Pérez Prado, Xiomara Alfaro, Richard Egües y Benny Moré, el boxeador Kid Gavilán, entre otros.
Delia Montalvo aplicando desriz al gran Benny Moré. Foto publicada en la revista Bohemia el 26 de diciembre de 1954. Archivo de la autora.
Delia Montalvo y Dámaso Pérez Prado «El Rey del Mambo». Foto cortesía Deliz Sanz Nicot.
Dámaso Pérez Prado, el Rey del Mambo, en el salón de Delia Montalvo. La Habana. Años 50. Foto cortesía Delia Sanz Nicot
Entre 1956 y 1958 los anuncios publicitarios de Delia Montalvo aparecen en medios generalistas emulando con los de Mirta de Perales, la más famosa estilista y fabricante de productos de belleza capilar para mujeres blancas. Son los años de mayor esplendor de su negocio y de mayor visibilidad y posicionamiento para la gran estilista cubana, como marca de excelencia.
Durante la llamada década dorada en la que Cuba centró el interés turístico para potenciar una industria del juego controlada por la mafia italoamericana, los cabarets y después los pequeños night-clubes constituyeron la cara amable del turbio negocio, al tiempo que resultaron relevantes plataformas de exposición de una propuesta musical y escénica que mantenía la música cubana como elemento central, que alternaba con la presencia de figuras de fama internacional.
Anuncios publicados en la revista Bohemia entre 1956 y 1958. Delia, con Benny Moré. Archivo de la autora.
Anuncios publicados en la revista Bohemia entre 1956 y 1958. Delia, con Richard Egües y el bailarín Rolando Espinosa (del dúo Anisia y Rolando). Archivo de la autora.
Es el período en que los 3 grandes cabarets –Tropicana, Sans Soucí y Montmartre- contrataron a grandes figuras afroamericanas, a las que Delia también ofreció sus demandados servicios, convirtiéndose en su estilista mientras permanecieron en Cuba: los cantantes Nat King Cole, Eartha Kitt, Dorothy Dandridge; Diahann Carol -quien fuera esposa del famoso actor Sydney Poitier- y otros.
Delia Montalvo peinando a las cantantes y actrices norteamericanas Eartha Kitt y Diahann Carroll, y con el boxeador norteamericano Joe Brown. Anuncios publicados en la revista Bohemia entre 1956 y 1958. Archivo de la autora.
Recibió homenajes y reconocimientos, como el que en 1956 le tributó el Club Baraguá, el 6 de abril de 1956, bajo el nombre “Consagración de Delia Montalvo”, con una gran verbena en el stadium La Tropical, y en el que actuaron afamadas orquesta y conjuntos: Sensación, Arcaño, René Álvarez, Chepín-Chovén y Chappottin, entre otros.[5]
Delia mantuvo su fama, su elegancia, el nivel de su salón y su reinado entre las estilistas del cabello afro. La memoria colectiva ubica su salón en diferentes direcciones y etapas: en las calles Aramburu, luego en Lamparilla, Vapor; en Virtudes 210 entre Águila e Industria, y en la calle Blanco entre San Lázaro y Malecón,
Después de 1959
Los cambios acontecidos en Cuba a partir del triunfo revolucionario de 1959 implicaron sucesivas medidas que afectaron radicalmente la relación de propiedad, al abolirse el sistema empresarial privado y desaparecer el showbusiness con su star system, tal y como se concebía en la década de los 50. Delia Montalvo, que había viajado mucho e incluso vivido en otros países, decidió permanecer en Cuba, y se sumó a los empeños transformadores de una escena artística que tendría conquistas positivas, como la creación del Conjunto Folklórico Nacional, el Conjunto de Danza Moderna y otros, desde una centralizada e institucional gestión de las artes escénicas. Sin abandonar su peluquería, Delia se inserta en la estructura de las artes escénicas establecida por el Ministerio cubano de Cultura, y suma a su labor, la de formar a nuevos estilistas y transmitir su valiosa experiencia profesional.
Para Eva Despaigne Trujillo, “…fue fundamental su trabajo y criterio sobre peluquería y maquillaje, como estilista al fin, para la presentación exitosa del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba.”[6]
Delia Montalvo (tercera desde la derecha) como jurado en la elección de la Reina del Carnaval de La Habana, en foto posterior a 1959. Cortesía de Delia Sanz Nicot.
Sus manos se ocupan de los cabellos de los nuevos famosos, como Elena Burke, y muchas otras artistas y cantantes. Rey González, promotor cultural en redes sociales, recuerda que cuando el peluquero de la gran vedette Rosita Fornés fue confinado en las tristemente célebres UMAP, Delia Montalvo fue designada para ocupar su lugar y peinar a la diva cubana.[7] Fue la peluquera del espectáculo Noche Tropical (1992) creado y dirigido por Santiago Alfonso, Premio Nacional de Danza, en gira por Japón, y de otros dirigidos por Alfonso, como Timba suicida, que se presentó en el hoy inexistente cabaret Caribe del hotel Habana Libre. “La recuerdo como una muy elegante y bellísima persona”- dijo Santiago Alfonso.[8]
Delia Montalvo y su esposo Rolando Valdés. Foto cortesía de Delia Sanz Nicot
Delia Montalvo vivió 77 años, murió en La Habana, el 26 de enero de 2002. Su amiga Nisia Agüero despidió el duelo al ser depositados sus restos en el habanero Cementerio de Colón. La gran estilista dejó un legado profesional y una estela de magníficos recuerdos en sus familiares, amigos, clientes y colegas en las artes escénicas y el estilismo. En los testimonios recogidos, es una constante el elogio a su condición humana, su carácter empático y su elegancia. Destaca también su entrega incondicional a su familia, con la misma pasión que lo hizo a su profesión.
La gratitud también fue en ella una virtud: mientras vivió, cada 3 de junio las puertas de la casa de Delia Montalvo se abrían para festejar, con violines, el cumpleaños de quien consideró siempre su protectora en vida y en espíritu: Josephine Baker. Violines clásicos o charangueros acudían al llamado de la estilista, para agradecer siempre a quien, según ella, le abrió el camino al éxito personal y fue siempre un espíritu de guía y luz en su vida.
Agradecimientos muy especiales a Delia Sanz Nicot, Nisia Agüero, Amaury Escalona Agüero, Etelvina Reina Santana, Santiago Alfonso, Tommy Meini y Colección Gladys Palmera, Bárbara Infante García, Mercedes y Santos Toledo, Johannes García, y a todas las personas que ayudaron en la investigación para este texto.
NOTAS
[1] Testimonio de Bárbara Infante García “Niurka Infante” en conversación con la autora.
[2] Hanly, Elizabeth: Delia. Essay on Josephine Baker’s Havana-based hair-dresser Delia Montalvo. En Gargoyle Literary Journal. No. 53. Pag. 17.
[3] Hanly, Elizabeth: Op. cit. 19.,
[4] Ibidem
[5] Tarjeta de invitación que se conserva en la Colección Gladys Palmera.
[6] Eva Despaigne Trujillo en comentario en Facebook. 8 de mayo de 2023.
[7] Rey González en comentario en Facebook. 8 de mayo de 2023.
[8] Santiago Alfonso y Cristina Leal Cepero, en comentarios en Facebook. 8 de mayo de 2023.
© Rosa Marquetti Torres
6 Comentarios
Abelardo
Lindo y profundo análisis de la actividad de Delia. Soy un simple lector que me encantan sus artículos, sobre todo los relacionados con la vida y actividad de la Reina de la salsa. Felicidades!
Delia
Muchas gracias a Rosa Marquetti por hacer la histora de mi abuela Delia Montalvo para que su memoria artística no quede en el olvido y que no transcurra el tiempo sin recordadar todo su esplendor como la gran peluquera de las estrellas .
Doy gracias también a todas las personas que colaboraron y aportaron anécdotas que vivieron junto a ella .
Delia Sanz Nicot
Jaime Jaramillo
Fascinante relato de la vida de Delia Montalvo que no conocía pero si había visto la propaganda de su negocio en Bohemia. Los artistas que pasaron por sus manos: Josephine Baker, Beny Moré, Pérez Prado, Bola de Nieve, Rosita Fornés, Nat King Cole y muchos más. Rosa con su capacidad para escribir e investigar pone en nuestras manos los antecedentes comenzando por C.J. Walker la cual tampoco conocía y va entretejiendo una historia fascinante de un personaje que contribuyó con su arte a hacer lo mejor de la presencia en escena de los artistas que ella estilizó.
Caridad Dupuy
Muchas gracias, me encantó.
Rosa Marquetti Torres
Gracias a ti, Caridad, por leer y comentar. Por cierto, eres familia de Bertha Dupuy, la excelente cantante cubana de ascendencia china?
Ynelda Álvarez Meneses
Buenas tardes,nunca olvidé el nombre de mi primer desriz,Allyn’s, que fue como a los 12 años,allá por los años 60,me lo aplicaron en casa y hasta hoy no encontré otro mejor y cuanto me gustaría poder conseguirlo.Habrá alguna manera de saber si existe y en que lugar?
Me encantó la historia,muy bueno rescatarla.Gracias♥️🌻🇨🇺